Él

Un amor olvidado que en realidad nunca dejó de existir.

lunes, 25 de abril de 2011

BRUNO Y NICOLE




-¿Más limonada?
-No gracias, quizá luego.
¿Y chocolate?Yo adoro el chocolate. Básicamente creo que no podría vivir sin él.-Bruno fijó la vista en la muchacha que tenía delante. Era extraño. Tenía el cuerpo de una mujer de los 23 años que le correspondían, en cambio, sus comentarios y expresiones eran los de una niña que no superaría los ocho años. Le irritaba y a la vez le encantaba. Extraño, sí, muy extraño.
-No, Nicole, muchas gracias.
-Pues tú te lo pierdes-ella movió su rojiza melena con descaro y engullño otra onza de chocolate. Posteriormente se sentó al lado del asombrado Bruno.

Limonada con chocolate. ¿A quién demonios se le ocurría mezclar algo así? Él ácido sabor de la limonada neutralizaba por completo la dulzura del chocolate. Tan solo Nicole Françoise Pourvoir sería capaz de comerse aquello.
-Por Dios, Nicole, ¡Qué mezcla más rara!-la cara de Bruno mostró el asco que le correspondía, el que estaba sintiendo.
-Tu si que eres raro, Bruno, así que cállate-le pegó amistosamente en el brazo y soltó una de sus pequeñas carcajadas.
-Bueno, vale.
Un incómodo silencio se instaló en la terraza.
-Oye Nicole...todavía no me has explicado por qué dejaste a Ashton Kutcher, todas dicen que es el hombre perfecto: guapo, listo, dulce, con un buen trabajo...-los celos corroían a Bruno por dentro. Ashton era su maravilloso jefe.
-Ya te lo he dicho, era un hombre demasiado bueno-Nicole pronunció esas palabras con toda la naturalidad del mundo, como si lo que estaba diciendo fuese lo más normal.
-Pero sigo sin entenderlo. ¿Por qué?
-A tí no te lo puedo explicar, Bruno, querido, no tienes la mente abierta. No lo comprenderías. ¿Para qué desperdiciar las palabras?
-Las palabras no se desperdician, Nicole, de hecho, tu hablas sola muchas veces. Además, te prometo tener la mente ¿Cómo has dicho? Abierta.
-Bueno, vale-ella asintió con una sonrisa.
A Nicole le encantaba sonreír. Su mente infantil la hacía ser feliz en todo momento y, por consiguiente, sonreía más que cualquier humano adulto del mundo. La sonrisa de Nicole encantaba a todo el mundo, particularmente a Bruno.
-Cuando empecé a salir con él me di cuenta de que no estaba enamorada, seguía queriendo a su hermano, el muerto ¿recuerdas? Bueno, ahora ya no quiero a ninguno-rió dulcemente.
-Si, algo me contaste.
-Bien, Ashton comenzó a salir conmigo por simple consolación, no porque me quisiese. Era su "deber".
-¿Cómo lo descubriste?
-En mi segunda noche de viaje de novios, de casados no ¿eh?, de novios. Estaba esperándole sentada en la ventana a la luz de la luna y...¿Mas limonada Bruno? Ya es más tarde.
-NO, no...gracias...quizá más tarde.
LA cara de Nicole mostró confusión.¿Cómo alguien no quería limonada en un momento así? Que raro era Bruno.
-Bueno, en fin, ¿Donde estaba?
-Estabas sentada en la ventana al la luz de la luna con un camisón...¿Cuándo entra Ashton?
-No entra-Su mirada se dirigió triste al suelo durante unos instantes pero, rápidamente, sus ojos volvieron a brillar con la vivacidad de siempre.
-¿Cuál fue su explicación?
-Se había comprado una revista en recepción y leído el horóscopo. Este decía: Aries, es Aries ¿sabes? Cómo yo, No emprender nuevos proyectos. Entonces...le dejé a la mañana siguiente cuando se dignó a subir a verme.
La cara de Bruno era de sorpresa increíble. La vida de Nicole parecía recién sacada de un libro de cuentos infantiles.
-Comprendo Nicole.
-¿En serio? ¿Me comprendes? Pues menos mal, porque eres la única persona y, la verdad, no entiendo por qué...no tienen...la mente abierta digamos. Imagínate que un día cualquiera le pedía que lavara los platos, o fregase el suelo y su horóscopo no se lo permitiese...SERÍA HORRIBLE.
-Tienes toda la razón, Nicole, toda la razón-Bruno sonrió mientras negaba con la cabeza. De verdad era una chiquilla metida en el cuerpo de un hombre.
-Gracias Bruno, creo que es la primera vez que estamos de acuerdo con algo-Nicole le guiñó un ojo y le mostró una de sus hermosas sonrisas. Luego le abrazó.
Si, definitivamente, Bruno estaba muy contento con que Ashton Kutcher fuera un hombre demasiado bueno.

                                                                                  RdeW

jueves, 21 de abril de 2011

El mundo está loco.-


“The world is crazy” Lolita leyó esta frase un centenar de veces antes de comenzar la historia. ¿Qué historia? Pues una, la que ahora mismo te voy a contar, mira tú que casualidad. Como toda historia tiene un comienzo y el de esta es esa frase, que traducida a nuest4o idioma dice, básicamente, “El mundo está loco”.
El libro de inglés era algo muy especial para la pequeña Lolita. Era el libro de su asignatura preferida y el que tenía escrito en su parte de atrás, en letras grandes y unidas. La letra de Lolita demostraba su personalidad. Como en cada persona, creo yo.
-¿Por qué vas a entrar, Lolita?-Rebeca la miró desafiante pero a la vez con dulzura. Sabía que solamente así su mejor amiga se atrevería a dar el paso.
-Porque el mundo está loco, Rebeca.
-Y ¿por qué está loco?-Los labios rojos de Rebeca dibujaron esta frase a una velocidad perfectamente normal pero para Lolita fue a cámara lenta. Estaba nerviosa, como cada día y no lo entendía. Bueno, en realidad si que lo entendía pero no quería creerlo.
-Porque él me quiere.-una frase que parecía muy fácil de decir pero complicada de entender para una mente no lo suficiente abierta.
“La mente siempre abierta”. Era mi más famosa frase. Si no ves el mundo con alegría, entonces ¿Cómo conseguirás alcanzar la felicidad? El optimismo era una de las virtudes que más nos caracterizaba a mi mejor amiga y a mí. La vida nos había dado razones para ello.
-Entonces…¿A qué esperas?
Lolita abrió la puerta lentamente dándome antes un fuerte abrazo. Allí estaba él, atareado con sus papeles y su ordenador. Era un hombre tan ocupado.
Como cada mañana, miles de bolígrafos estaban esparcidos por la mesa. Había de todos los colores y formas. Algunos de ellos habían terminado “sin querer” en las manos de la pícara Lolita.
-Hola Emel, ¿Se puede?-fijó su vista en la bola del mundo que adornaba en su despacho y, posteriormente, en la infantil pegatina pegada en el país llamado Canadá, aquel esperado viaje.
La cara de él cambió por completo. Siempre era una alegría ver a su pequeña, dulce y guapa Lolita. Su pelo moreno caía sobre su hombro derecho como miles de veces la había visto, su cuerpo vestía un precioso e infantil vestido blanco que dejaba ver sus blancas y bonitas piernas, las cuales terminaban en unos dulces zapatos color blanco también.
-Si eres tú, Lolita, por supuesto que sí. ¿Hay algún problema con la redacción del otro día?
-No, no es eso, simplemente necesito que me expliques algunas cosas, solo será un momento. Si no es molestia claro. He traído el libro.
-Claro que no, Lolita. Ven, siéntate.
Ella se acercó y comenzó la lección de inglés. Lolita lo entendía todo, por supuesto. Simplemente era una excusa más para verle.
Emel comenzó a observar las frases que Lolita había escrito en el libro. Pronto llegaría a la que no podía ver. Lolita se levantó bruscamente.
-Oye...Para, no quiero que lo veas.

-¿Por qué...escondes algo?-Él sonrió con picardía

-No...Pero, no es el momento ni el lugar para que lo veas.-Ella comenzó a ponerse nerviosa.
Se soltó la pinza del pelo y comenzó a moverla mientras se movía el labio inferior y miraba hacia abajo.

-¿Por qué?

-Porque no.
A ella se le cayó la pinza del pelo.
-Y ahora es... el momento en el que tú te agachas y yo... ¡cojo el libro!

-No...Devuélvemelo...
¡te quiero!-pensó. Pero no logró decirlo. Como muchas otras veces las palabras se quedaron en su interior. Como muchas otras veces, decidió que lo mejor era esperar un poco. Tenía toda la vida por delante y podría confesarle sus sentimientos cualquier día. Lolita se conformaba con pequeños momentos como el de aquella mañana y así pudo seguir bastante tiempo. Con miradas, “Bu´s”, guiños, sonrisas bonitas, camisas azules, piruletas rojas de corazón, juntar las narices pero sin llegar a besarse, bolígrafos y más bolígrafos de regalo, hacer la compra juntos, llaveros con forma de coche, let me love you, mensajes en los que claramente se podían leer las palabras “mee too”, Remember the promise you made, correos y más correos…y muchas cosas más que hacían que el mundo de Lolita se tambalease.
Y... ¿cómo contar el final de esta historia? No tiene fin, porque ellos dos han querido que la historia “termine” así, porque, en pocas palabras…
EL MUNDO ESTÁ LOCO.

                       R de W

Celos.


-Esta es tu tarjeta de embarque, Reb, ¿Qué asiento te ha tocado?-me preguntó Gusth asomando su cabeza por mi hombro nada más separarme de Jonh.
-El 6 C ¿Y a ti?
-¡El 8 B!-exclamó-Que pena, estaremos separadas.
¿Pena? Pero si se notaba que ella estaba deseando sentarse con el chico que todavía luchaba con nuestras maletas para subirlas al portaequipajes pero salir sin otro golpe más en su inútil y pequeña cabeza. Pobre Diana Díaz.
-Bueno Aggie, te ha tocado igual que a mí, en mi misma fila-añadió Dylan metiéndose en nuestra conversación. Por lo menos, ya había terminado de guardar nuestro equipaje.
Mi sonrisa pícara la notaron ambos. Dylan intentó disimular mientras Gusth se sonrojaba y se sentaba en su asiento.
En el avión no había mucha gente de hecho, estaba prácticamente vacío.
“Normal-pensé-Nadie se va a París a las dos de la mañana en un lunes de pleno abril”.
Vi como mi mejor amiga luchaba por ponerse el cinturón. Este se le había enganchado y, por mucho que tirase de él, este no colaboraba. Necesitaba la ayuda de alguien y no iba a ser yo quien lo hiciera.
-¿Quieres ayudarla con el cinturón?-le pregunté discreta e impaciente a Dylan.
-¿Con el cinturón?-preguntó Dylan con la ceja levantada.
-Si, definitivamente, a parte de subnormal no eres nada romántico Diana Díaz.
Él rodó los ojos y yo me senté junto a Jonh, detrás de nuestros protagonistas. Su mano se acopló con la mía y me miró sonriendo. Observé como Dylan comenzaba a caminar hacia su asiento junto a Gusth.
-Oye, ¿te ayudo con el cinturón?
La voz de un chico desconocida para mis oídos habló y se sentó junto a Gusth.
-Por favor…-susurró ella con una risa nerviosa.
Esto iba mal, muy mal. Di un golpe en el asiento y oí el quejido de Dylan.
-Este chico parece un adolescente…
Miré a Jonh y ambos reímos. Juntó su frente con la mía y sonrió pícaramente,
-¿Y tú, mi querida Rebeca? ¿Quieres que te ayude con el cinturón?
Yo solté una risa nerviosa mientras su mano se colaba por mi asiento.
-Eres un pervertido cariño.
-¿Por qué?-frunció el ceño al no encontrar el final de mi asiento.
-Porque ya tengo puesto el cinturón.





¿Qué si le ayudaba con el cinturón? Este tío quería fastidiarme ¿verdad? Miré de reojo a Aggie que le sonreía coquetamente. Ella es mía, idiota.
-Oye, ¿Te han dicho alguna vez que tienes unos ojos preciosos?
Mi cara de relajación pasó a ser una de celos. Una horrible sensación recorrió todo mi cuerpo. Augusth rió tapándose el rostro con el pelo ¡No! Eso solo lo hacía conmigo.
-¿Cómo es tu nombre?-Preguntó el imbécil mientras sonreía.
-Augusth-Ella enredó el pelo con su dedo.
¡Estaba siguiéndole el coqueteo! Tosí falsamente pero Aggie solamente me echó un vistazo para volver la mirada a él.
-Me puedes llamar Aggie.
Me giré completamente y la sonrisa de él era de tonto perdido. No, no no…me quierí morir…
-Soy Nicholas.
-Bonito nombre Nick.
-NO tanto como tú-Ambos rieron.
Augusth ni siquiera me miraba y…¿Rebeca se atrevía a decir que estaba enamorada de mí? Miré hacia atrás y Rebeca me miró enfurecida. ¿Qué podía hacer yo?
-¿Qué es lo que quieres de Winter? Yo no puedo hacer nada.
-Esas maletas te han dejado más atontado que antes. Ve despacio pero que se de cuenta. Creo que simplemente está intentado ponerte celoso.
¿Celoso yo?
-Mira que me esté dando clases la ex jugadora del amor-Miré a Jonh suspirando-debe de ser patético.
Sus labios dibujaron un “Vete a la mierda” mientras sonreía a Jonh.
-¿Te toco algo?
Inmediatamente mi vista se fijó en “Nick” y, posteriormente, en Aggie.
-¿Co- Cómo?-Sonrió nerviosa.
-Con la guitarra…-Él sonrió victorioso al hacerle creer la broma.
Se levantó y cogió la guitarra, afinó un poco las cuerdas y miró con los ojos brillantes a mi Aggie. En seguida reconocí la canción ¡No! ¡No podía cantar aquel tema para Augusth! Era nuestra canción.
”You’re beautiful-James Blunt”
Cogí a mi chica de la mano transmitiéndole que aquella era nuestra canción. Me sonrió con ternura durante un instante pero volvió la mirada a Nicholas. Me acerqué más a ella, o eso intenté, antes de que una patada al asiento, procedente de atrás, me hiciera separarme.
-¿Estamos de coña?-Grité mirando a Rebeca.
Ella sonriendo sobre los labios de Jonh me hizo el corte de manga mientras le besaba. La canción acabó y Aggie aplaudió, al igual que todo el avión excepto yo, que mostraba una cara de asco impresionante.
-Aggie…-la sangre me hirvió-¿Quién es tu amigo?
-Ah-Se giró hacia mí.-Es Dylan.
-Hola Dylan. ¿No te ha gustado la canción?
-Pero si es una de sus favoritas-Aseguró Aggie-¿Verdad cariño?
-También la tuya-Sonreí.
Nicholas sonrió y volvió a otra conversación con mi chica. Suspiré y rodé los ojos.
Rebeca
-Voy un momento al baño.
Ella asintió y en seguida se acercó a mí mirando a todos los lados.
-Este chico me suena mucho.
-¿Algún ligue del pasado?-Pregunté con descaro.
-¡Qué va March!-Rió-¿Yo? He tenido tan pocos que me acordaría.
-Rebeca-Ella asintió al ver que Nicholas volvía.
-Nick…-Susurró-¿A que has venido a París?
-A conocerte-Ambos rieron pero a mí no me hacía gracia-No, mujer, he venido a ver a mi novia, es francesa.
-¡Oh! –Sorprendentemente, la voz de Augusth no mostraba decepción-¡Qué romántico!
Rebeca se asomó por el asiento y me miró cómplice.
-Te lo dije, algo romántico.
-Claro de Winter-le saqué la lengua mientras sonreía, aquella fulana cada hora que pasaba me caía mejor.
-Se llama Amelié y estoy más que enamorado de ella.
Sonreí mientras rodeaba a Aggie con mis brazos. Aquel chico de la guitarra empezaba a resultarme hasta simpático. ¿Irónico verdad?.



martes, 5 de abril de 2011

Un barco de Amor Eterno.-

Vi como aquella extraña mujer se subía al barco y entraba en el camarote contiguo al mío. Digo extraña porque no parecía ser de esas mujeres que navegan solas. Era guapísima pero iba vestida con un look muy peculiar. Empezando por su peinado:dos trenzas rubias muy cortas y con una mecha rosa en el flequillo, que llevaba de lado. Vestía una camiseta en la que se podía leer claramente “I don´t need you” y una minifalda vaquera con un poco de vuelo. Sus largas y delgadas piernas estaban cubiertas por unos calentadores a rayas, que terminaban en unos tenis fluorescentes. Tan solo llevaba dos maletas en las que se leían sus iniciales :R de W.
En ese momento quise conocerla pero, como si me leyese el pensamiento, entró en el camarote y no volvió a salir. No volví a verla hasta el día siguiente, en la piscina. Recuerdo que llevaba puesto un pareo transparente y la llamativa parte de arriba del bañador. Estaba fumando. Cuando se dio cuenta de que la estaba mirando, sonrió, me guiñó el ojo mientras soltaba el humo del cigarro y se dio la vuelta.
En ese instante decidí que desapareciese mi timidez y me dirigí a ella.
-Hola-le dije-estoy en el camarote contiguo al tuyo. Me llamo Jonh, Jonh Kids. Ya que navego solo en este barco, me gustaría conocerte un poco, no se charlar. ¿Cómo te llamas?
-Pues si que eres decidido-volvió a sonreír-ya se que duermes a mi lado, te he visto varias veces. Me llamo Rebeca, Rebeca de Winter.
Su sonrisa era preciosa. Rebeca de Winter, un nombre precioso para una chica preciosa, como ella.
-¿Te apetece un zumo? He oído que los de esta zona son los mejores.
Para mi sorpresa se rió y aceptó. Lo había conseguido, vencí mi timidez y como consecuencia tenía una cita con la increíble y maravillosa Rebeca.
Estuvimos hablando toda la mañana. Teníamos muchos gustos en común y a los dos nos gustaba mucho hablar. Luego, sobre las tres, ella se fue a cambiar de ropa y comimos juntos. Mientras yo devoraba un muslo de pollo al horno, ella, simplemente, comió una ensalada, pero, así son las mujeres. Después de comer, también pasamos la tarde juntos. Pero descubrí pocas cosas de Rebeca. Que era soltera, que vivía en España y que no tenía hermanos. En ningún momento me habló sobre sus padres o sobre en que trabajaba ni nada, pero me dio igual, la admiraba y estaba empezando a quererla.
Me fijé en que Rebeca fumaba mucho, pero de una forma muy sensual. También observé que siempre dejaba una mancha del carmín rojo pasión de sus labios en el filtro, aunque nunca se desmaquillaba.
Esa misma tarde, Rebeca me invitó a ir con ella al bar-karaoke esa misma noche. Sin dudarlo ni un solo segundo, acepté. Quedamos a las nueve.
Intenté vestirme lo mejor que pude, para estar a las nueve en punto en la esperada cita, donde Rebeca ya me esperaba, sentada en una mesa, con las piernas cruzadas y fumando de esa forma tan sexy. Estaba deslumbrante.
Al sentarme me sonrió:
-Hola, que guapo estás-dijo con su habitual sonrisa que me derretía-¿Sabes por qué te he traído aquí?-añadió soltando el humo de su sensual manera.
-No se me ocurre- le contesté.
-Quería contarte un secreto-dijo levantándose y apagando el cigarro en el cenicero de la mesa.
Se acercó a mi, puso sus rodillas en el suelo y sus manos sobre las mías. El corazón me latía a mil por hora. Su sensual mirada y sus rojos e imponentes labios estaban cada vez más cerca, y más, y más…hasta que me besó. Dulce, pausada y sensualmente.
-Soy cantante-me susurró.
Entonces se levantó y rápidamente subió al escenario a cantar.
Cuando empezó a sonar la música, supe perfectamente que canción era:”Moon River” de la banda sonora de “Desayuno con diamantes”, mi película favorita. Pero cuando ella empezó a cantar fue como si el mundo se parase y el único sonido que existía era aquella voz contralto que cantaba como Audrey Hepburn. 

Cuando terminó, me miró. Tenía una mirada de complicidad y felicidad. Sonrió y volvió hacia la mesa, me cogió de la mano y me dijo: “Ahora, juntos”
Sin darme cuenta estaba subido al escenario y con un micrófono en la mano.
-¿ te sabes la canción de “La bella y la Bestia”?
Asentí.
Entonces suspiré, cerré los ojos y la música empezó a sonar. (…)
Al terminar la canción, Rebeca me llevó fuera del bar-karaoke, a la azotea del barco. Allí se podían ver las luces de las ciudades de la costa.
-¿Sabes? Me siento como Audrey Hepburn en “Charada”, cuando Cary Grant y ella se enamoran en un barco como este pero por las aguas del Senna, y cuando están así colocados en la barandilla, se besan apasionadamente y se confiesan su amor.-me dijo
-Es una de mis películas favoritas, de hecho, Audrey Hepburn es mi actriz predilecta, y, para mi, su mejor película es “Desayuno con Diamantes”, y tu has cantado su banda sonora hace un rato-le contesté.
-Si, “Moon River”, que coincidencia, Audrey Hepburn también es mi actriz favorita y, junto con “Vacaciones en Roma”, “Desayuno con Diamantes” es mi película preferida.
-Pues si, la verdad, menuda coincidencia. Oye. ¿Sabes que estamos desaprovechando esta bella vista?
-¿Perdón?
-Pues sí, como has dicho antes, en “Charada”, Audrey y Cary se besan en una escena muy similar a esta, una chica bonita, un cielo estrellado…Es un auténtico desperdicio.
Se quedó callada mientras encendía un cigarro. Le dio una calada, sonrió, echó el humo y, sensualmente, me susurró:
-“Pues bésame”.
En ese momento, Rebeca se convirtió en la mujer de mi vida. Desde ese beso no nos separamos jamás en la vida, enamorados como estábamos. No siquiera cuando el “Amor Eterno” se chocó contra un arrecife y se hundió con todos sus pasajeros dentro. Esta tragedia ocurrió el 26 de mayo de 1986.

R de W.

PD: Rebeca de Winter y Jonh Kids huyeron del Amor Eterno para confirmar su amor y casarse el 25 de mayo de 1986, robando una lancha auxiliar y navegando hacia la puesta de sol.


Una vez en Diciembre...


Una vez, en un extraño día de Diciembre.
Una vez en diciembre, hace ya varios años, en una pequeña ciudad la vi por primera vez. Mi amigo me la presentó. Se llamaba Rebeca y tendría unos 17 años. Era rubia oscura, con unos ojos que no podían determinar un color exacto, una piel morena y muy guapa. Y sobre todo sonreía, sonreía todo el tiempo. Su sonrisa era deslumbrante.
Me invitó a una copa sin vergüenza ni timidez en sus palabras. Y yo, joven y necio caí en su trampa, ya que nadie había hecho eso por mi jamás. En ese momento me pareció la mujer de la que me enamoraría, pero yo no la conocía.
Estuvimos hablando toda la noche, reímos y bailamos. Ella era inteligente y tenía una conversación muy interesante sobre cine o libros. Me fijé en que Rebeca fumaba un montón y siempre dejaba una mancha de carmín en el filtro. También bailaba muy bien y me contó que era cantante nocturna. Cuando le pedí que cantara algo pensé que le daría un poco de vergüenza o algo parecido pero para nada, se subió al estrado y gritando me preguntó que canción que tema quería. El bar entero pensaba que estaba borracha, hasta que empezó a cantar. Tenía una voz de adolescente aguda pero perfectamente afinada y que acariciaba cada nota de la melodía. El bar entero la admiraba y escuchaba mientras ella cantaba “Somewhere over the rainbow”.
Al terminar la velada me ofrecí cordialmente a casa pero ella me rechazó sin ni siquiera pensarlo. Me dio un leve beso el la boca con sus labios sabor tabaco y me dijo que ella era Rebeca de Winter y para ella el amor era un simple juego, que no estaba dispuesta a que alguien como yo sintiese atracción hacia ella, ni que la acompañase a casa y la convirtiera en algo mío. Que todo lo que había hecho hoy, coqueteando conmigo y alentándome a adorarla, solo era para divertirse.
Después de aquello tardé en verla y en olvidarla. Rebeca de Winter, la jugadora del amor.
Cuando me la volví a encontrar, las cosas habían cambiado mucho, ya que ella ni se acordaba de mi. Fue cuando mi actual esposa me la presentó. Eran amigas inseparables desde la infancia. Cuando la vi no me lo podía creer. Recuerdo las palabras de mi mujer a la perfección:
-“Cariño, esta es Rebeca de Winter, mi mejor amiga”

En efecto, se lo que estás pensando y si, soy el marido de Augusth.

RdeW

Infidelidad.-

¿Qué es exactamente? ¿Algo bueno o malo? No lo sé. Lo único que puedo decir es que la persona que lo experimenta, sufre, y sufre mucho. Tú, que pensabas que esa persona era perfecta, que jamás te haría ningún daño porque te quería, tiene que saciar sus deseos sentimentales con otra persona, porque tú no le vales. Te has dado cuenta de que no era todo como tú lo pensabas.
Sé que estas sufriendo y por eso voy a contarte mi historia. Es algo parecida a la tuya porque tiene el mismo protagonista. La infidelidad.

¿Cómo empezaba?...Ah, ya lo recuerdo, con aquella carta que escribí podré resumírtelo todo:
Querido (…)
Es inútil que te explique como soy, ya que nada va a cambiar, si no es para peor, claro. Creo que mejor me voy a ir. ¿No lo entiendes? Es inútil que te intente seducir cada noche antes de irnos a dormir, porque ya nada es lo mismo desde que lo sé. Por mucho que te quiera, ya no soy feliz. Y aunque aquí, dura y fuerte como me ves parezca de lo mejor soy un trozo de algodón, que me presento y pierdo ya la razón.. Ya no puedo descansar, ni trabajar porque estoy pensando en tus palabras. Porque estaban llenas de color y me invadían mi loco corazón y aunque ahora ya no tengan sentido, no quiero borrarlas.
Cada vez que decías que te ibas, odiaba que sonrieras sin parar, ¿Quién sabe donde estarías? Buscaba pistas donde sabía que la gente te veía tomando tu té de coco que tanto te gusta. Que chick! Sueles parecer.
Y aunque seas tú el que parece lo mejor, tampoco lo eres porque ¿sabes que es lo mejor de todo? Que como yo, tu también actúas.
¿Sabes cuales son esas palabras que mencioné anteriormente? Esas palabras falsas, pero que me han hecho soñar y soñar noches conquistando mi corazón“Te quiero.”

Att: Rebeca de Winter.

Y así terminó la historia. Te lo imaginas ¿no? Todo lo que eran risas, besos, cumplidos y palabras esperanzadoras se fueron cubriendo, poco a poco, por una capa negra que no deja ver lo que hay detrás.
Todo se terminó con odio y amargura por culpa de una sola cosa que creo que ya te puedes imaginar lo que es.
La infidelidad.

R de W.