Él

Un amor olvidado que en realidad nunca dejó de existir.

jueves, 21 de abril de 2011

El mundo está loco.-


“The world is crazy” Lolita leyó esta frase un centenar de veces antes de comenzar la historia. ¿Qué historia? Pues una, la que ahora mismo te voy a contar, mira tú que casualidad. Como toda historia tiene un comienzo y el de esta es esa frase, que traducida a nuest4o idioma dice, básicamente, “El mundo está loco”.
El libro de inglés era algo muy especial para la pequeña Lolita. Era el libro de su asignatura preferida y el que tenía escrito en su parte de atrás, en letras grandes y unidas. La letra de Lolita demostraba su personalidad. Como en cada persona, creo yo.
-¿Por qué vas a entrar, Lolita?-Rebeca la miró desafiante pero a la vez con dulzura. Sabía que solamente así su mejor amiga se atrevería a dar el paso.
-Porque el mundo está loco, Rebeca.
-Y ¿por qué está loco?-Los labios rojos de Rebeca dibujaron esta frase a una velocidad perfectamente normal pero para Lolita fue a cámara lenta. Estaba nerviosa, como cada día y no lo entendía. Bueno, en realidad si que lo entendía pero no quería creerlo.
-Porque él me quiere.-una frase que parecía muy fácil de decir pero complicada de entender para una mente no lo suficiente abierta.
“La mente siempre abierta”. Era mi más famosa frase. Si no ves el mundo con alegría, entonces ¿Cómo conseguirás alcanzar la felicidad? El optimismo era una de las virtudes que más nos caracterizaba a mi mejor amiga y a mí. La vida nos había dado razones para ello.
-Entonces…¿A qué esperas?
Lolita abrió la puerta lentamente dándome antes un fuerte abrazo. Allí estaba él, atareado con sus papeles y su ordenador. Era un hombre tan ocupado.
Como cada mañana, miles de bolígrafos estaban esparcidos por la mesa. Había de todos los colores y formas. Algunos de ellos habían terminado “sin querer” en las manos de la pícara Lolita.
-Hola Emel, ¿Se puede?-fijó su vista en la bola del mundo que adornaba en su despacho y, posteriormente, en la infantil pegatina pegada en el país llamado Canadá, aquel esperado viaje.
La cara de él cambió por completo. Siempre era una alegría ver a su pequeña, dulce y guapa Lolita. Su pelo moreno caía sobre su hombro derecho como miles de veces la había visto, su cuerpo vestía un precioso e infantil vestido blanco que dejaba ver sus blancas y bonitas piernas, las cuales terminaban en unos dulces zapatos color blanco también.
-Si eres tú, Lolita, por supuesto que sí. ¿Hay algún problema con la redacción del otro día?
-No, no es eso, simplemente necesito que me expliques algunas cosas, solo será un momento. Si no es molestia claro. He traído el libro.
-Claro que no, Lolita. Ven, siéntate.
Ella se acercó y comenzó la lección de inglés. Lolita lo entendía todo, por supuesto. Simplemente era una excusa más para verle.
Emel comenzó a observar las frases que Lolita había escrito en el libro. Pronto llegaría a la que no podía ver. Lolita se levantó bruscamente.
-Oye...Para, no quiero que lo veas.

-¿Por qué...escondes algo?-Él sonrió con picardía

-No...Pero, no es el momento ni el lugar para que lo veas.-Ella comenzó a ponerse nerviosa.
Se soltó la pinza del pelo y comenzó a moverla mientras se movía el labio inferior y miraba hacia abajo.

-¿Por qué?

-Porque no.
A ella se le cayó la pinza del pelo.
-Y ahora es... el momento en el que tú te agachas y yo... ¡cojo el libro!

-No...Devuélvemelo...
¡te quiero!-pensó. Pero no logró decirlo. Como muchas otras veces las palabras se quedaron en su interior. Como muchas otras veces, decidió que lo mejor era esperar un poco. Tenía toda la vida por delante y podría confesarle sus sentimientos cualquier día. Lolita se conformaba con pequeños momentos como el de aquella mañana y así pudo seguir bastante tiempo. Con miradas, “Bu´s”, guiños, sonrisas bonitas, camisas azules, piruletas rojas de corazón, juntar las narices pero sin llegar a besarse, bolígrafos y más bolígrafos de regalo, hacer la compra juntos, llaveros con forma de coche, let me love you, mensajes en los que claramente se podían leer las palabras “mee too”, Remember the promise you made, correos y más correos…y muchas cosas más que hacían que el mundo de Lolita se tambalease.
Y... ¿cómo contar el final de esta historia? No tiene fin, porque ellos dos han querido que la historia “termine” así, porque, en pocas palabras…
EL MUNDO ESTÁ LOCO.

                       R de W

Celos.


-Esta es tu tarjeta de embarque, Reb, ¿Qué asiento te ha tocado?-me preguntó Gusth asomando su cabeza por mi hombro nada más separarme de Jonh.
-El 6 C ¿Y a ti?
-¡El 8 B!-exclamó-Que pena, estaremos separadas.
¿Pena? Pero si se notaba que ella estaba deseando sentarse con el chico que todavía luchaba con nuestras maletas para subirlas al portaequipajes pero salir sin otro golpe más en su inútil y pequeña cabeza. Pobre Diana Díaz.
-Bueno Aggie, te ha tocado igual que a mí, en mi misma fila-añadió Dylan metiéndose en nuestra conversación. Por lo menos, ya había terminado de guardar nuestro equipaje.
Mi sonrisa pícara la notaron ambos. Dylan intentó disimular mientras Gusth se sonrojaba y se sentaba en su asiento.
En el avión no había mucha gente de hecho, estaba prácticamente vacío.
“Normal-pensé-Nadie se va a París a las dos de la mañana en un lunes de pleno abril”.
Vi como mi mejor amiga luchaba por ponerse el cinturón. Este se le había enganchado y, por mucho que tirase de él, este no colaboraba. Necesitaba la ayuda de alguien y no iba a ser yo quien lo hiciera.
-¿Quieres ayudarla con el cinturón?-le pregunté discreta e impaciente a Dylan.
-¿Con el cinturón?-preguntó Dylan con la ceja levantada.
-Si, definitivamente, a parte de subnormal no eres nada romántico Diana Díaz.
Él rodó los ojos y yo me senté junto a Jonh, detrás de nuestros protagonistas. Su mano se acopló con la mía y me miró sonriendo. Observé como Dylan comenzaba a caminar hacia su asiento junto a Gusth.
-Oye, ¿te ayudo con el cinturón?
La voz de un chico desconocida para mis oídos habló y se sentó junto a Gusth.
-Por favor…-susurró ella con una risa nerviosa.
Esto iba mal, muy mal. Di un golpe en el asiento y oí el quejido de Dylan.
-Este chico parece un adolescente…
Miré a Jonh y ambos reímos. Juntó su frente con la mía y sonrió pícaramente,
-¿Y tú, mi querida Rebeca? ¿Quieres que te ayude con el cinturón?
Yo solté una risa nerviosa mientras su mano se colaba por mi asiento.
-Eres un pervertido cariño.
-¿Por qué?-frunció el ceño al no encontrar el final de mi asiento.
-Porque ya tengo puesto el cinturón.





¿Qué si le ayudaba con el cinturón? Este tío quería fastidiarme ¿verdad? Miré de reojo a Aggie que le sonreía coquetamente. Ella es mía, idiota.
-Oye, ¿Te han dicho alguna vez que tienes unos ojos preciosos?
Mi cara de relajación pasó a ser una de celos. Una horrible sensación recorrió todo mi cuerpo. Augusth rió tapándose el rostro con el pelo ¡No! Eso solo lo hacía conmigo.
-¿Cómo es tu nombre?-Preguntó el imbécil mientras sonreía.
-Augusth-Ella enredó el pelo con su dedo.
¡Estaba siguiéndole el coqueteo! Tosí falsamente pero Aggie solamente me echó un vistazo para volver la mirada a él.
-Me puedes llamar Aggie.
Me giré completamente y la sonrisa de él era de tonto perdido. No, no no…me quierí morir…
-Soy Nicholas.
-Bonito nombre Nick.
-NO tanto como tú-Ambos rieron.
Augusth ni siquiera me miraba y…¿Rebeca se atrevía a decir que estaba enamorada de mí? Miré hacia atrás y Rebeca me miró enfurecida. ¿Qué podía hacer yo?
-¿Qué es lo que quieres de Winter? Yo no puedo hacer nada.
-Esas maletas te han dejado más atontado que antes. Ve despacio pero que se de cuenta. Creo que simplemente está intentado ponerte celoso.
¿Celoso yo?
-Mira que me esté dando clases la ex jugadora del amor-Miré a Jonh suspirando-debe de ser patético.
Sus labios dibujaron un “Vete a la mierda” mientras sonreía a Jonh.
-¿Te toco algo?
Inmediatamente mi vista se fijó en “Nick” y, posteriormente, en Aggie.
-¿Co- Cómo?-Sonrió nerviosa.
-Con la guitarra…-Él sonrió victorioso al hacerle creer la broma.
Se levantó y cogió la guitarra, afinó un poco las cuerdas y miró con los ojos brillantes a mi Aggie. En seguida reconocí la canción ¡No! ¡No podía cantar aquel tema para Augusth! Era nuestra canción.
”You’re beautiful-James Blunt”
Cogí a mi chica de la mano transmitiéndole que aquella era nuestra canción. Me sonrió con ternura durante un instante pero volvió la mirada a Nicholas. Me acerqué más a ella, o eso intenté, antes de que una patada al asiento, procedente de atrás, me hiciera separarme.
-¿Estamos de coña?-Grité mirando a Rebeca.
Ella sonriendo sobre los labios de Jonh me hizo el corte de manga mientras le besaba. La canción acabó y Aggie aplaudió, al igual que todo el avión excepto yo, que mostraba una cara de asco impresionante.
-Aggie…-la sangre me hirvió-¿Quién es tu amigo?
-Ah-Se giró hacia mí.-Es Dylan.
-Hola Dylan. ¿No te ha gustado la canción?
-Pero si es una de sus favoritas-Aseguró Aggie-¿Verdad cariño?
-También la tuya-Sonreí.
Nicholas sonrió y volvió a otra conversación con mi chica. Suspiré y rodé los ojos.
Rebeca
-Voy un momento al baño.
Ella asintió y en seguida se acercó a mí mirando a todos los lados.
-Este chico me suena mucho.
-¿Algún ligue del pasado?-Pregunté con descaro.
-¡Qué va March!-Rió-¿Yo? He tenido tan pocos que me acordaría.
-Rebeca-Ella asintió al ver que Nicholas volvía.
-Nick…-Susurró-¿A que has venido a París?
-A conocerte-Ambos rieron pero a mí no me hacía gracia-No, mujer, he venido a ver a mi novia, es francesa.
-¡Oh! –Sorprendentemente, la voz de Augusth no mostraba decepción-¡Qué romántico!
Rebeca se asomó por el asiento y me miró cómplice.
-Te lo dije, algo romántico.
-Claro de Winter-le saqué la lengua mientras sonreía, aquella fulana cada hora que pasaba me caía mejor.
-Se llama Amelié y estoy más que enamorado de ella.
Sonreí mientras rodeaba a Aggie con mis brazos. Aquel chico de la guitarra empezaba a resultarme hasta simpático. ¿Irónico verdad?.