Vuelo controlado, colgado del palo de las banderolas.
Y ahora ya no puedo prestarte mi abrigo, ni quitarte la ropa, ni sudar contigo, ni perder la calma, ni decirte las cosas que nunca te he dicho.
Y ahora ya no puedo prestarte mis alas, ni subirte la falda, ni cogerte con vicio, ahora da lo mismo reírse de todo, que llorar por nada.