Él

Un amor olvidado que en realidad nunca dejó de existir.

martes, 28 de junio de 2011

EL SOLDADITO DE PLÁSTICO...


Despertó. Si, despertó, o al menos, eso era lo que creía. Porque no podía ser real ¿verdad? Aquel extraño paraje en el que de pronto se encontraba, literalmente, sumergido. No, no era real, eso es imposible, tenía…si, tenía que ser un sueño. El agua inundándole a su alrededor, la pequeña miniatura de la torre Eiffel junto a él, los extraños e hipnóticos copos eternos de nieve sacudiéndose a su alrededor…era demasiado onírico para ser real…o tal vez era su cabeza la que la había distorsionado hasta convertirla en un mundo imaginario que tanto dista de lo que era en un origen ¡si! ¡Eso era! Aquello era tan solo una proyección de su mente! ¡Estaba loco! ¡Rematadamente majareta! Eso tenía que ser.
Así pues, atrapado en lo que había definido como alucinación, se dio cuenta de que tras explorar la torre Eiffel a conciencia, escalar en ella, bajar de un salto, correr bajo ella, realmente…no tenía nada más que hacer en aquella invención suya. “Vaya, que poca imaginación tengo” se dijo a sí mismo “tal vez…tal vez si sigo andando…mi enajenación invente más mundo ¡el coliseo! ¡El parlamento británico! ¡La puerta del sol! y así, perdido en sus cavilaciones y deseos, comenzó a caminar a paso ligero. Tras cinco grandes zancadas, su cuerpo chocó de bruces contra el propio aire. “¡imposible! ¿Esto es todo cuanto mi cabeza puede imaginar? Maldición…” pero…aún cabía la remota posibilidad, de que, todo aquel micro mundo, no fuese más que, el decepcionante mundo real.

Extendió sus manos, y topó asombrado, delirante, como una gruesa barrera de cristal le separaba del gran mundo que se escondía fuera. Alzó su cabeza, y contempló como aquella superficie fría e irrompible le rodeaba a él y a la torre Eiffel hasta llegar a otras cinco zancadas en la dirección opuesta desde el mismo punto del que había partido. Encerrado, no estaba loco, ni loco ni soñando, estaba encerrado.

Fue así, como, en una mirada furtiva, sus ojos toparon con un borroso reflejo, el reflejo de un pequeño soldadito de plástico ataviado con la vestimenta de la época napoleónica. Y así fue, así fue como recordó, que no recordaba nada antes de su llegada al mundo imaginario. Porque , él era un juguete , un juguete que era ensamblado en algún lugar remoto de la china profunda , junto a otros miles y miles de juguetes como él , un pizzero , un soldado inglés , una sevillana .Y si , junto a los otros muchos juguetes , era llevado hasta otra fabrica en otro remoto lugar de la misma profunda china , donde a cada juguete le encerraban en una bola distinta . Y a nadie parecía importarle que un soldado napoleónico en una torre Eiffel no tuviese el más mínimo sentido histórico, simplemente, se hacía. Y así fue como, encerrado en una oscura y húmeda caja de cartón en una gran montaña de bolas de cristal idénticas a la suya y sufriendo constantes y terribles temblores, llegó hasta una pequeña estantería en parís, en una tiendecita cercana a un Starbucks, en la zona más turística y atestada de la capital francesa. Estaba en el interior de un minúsculo e insignificante souvenir.
Era un juguete , y aquel , era todo su mundo…

RdeW

JUGUETES ROTOS.-

Piensa. Juguetes rotos.
Lo presintió. Eso fue lo primero, el presentimiento, seguido de un fino y a la vez intenso sonido de algo estrellándose contra el suelo. Se levantó tan rápido como pudo, y corrió hacia la siempre cerrada habitación. Dirigió su anciana mano temerosa hacia el pomo de la puerta, temiendo lo que podía encontrar al otro lado. Empujó levemente la puerta, mientras un tenaz escalofrío recorría su espalda…
La luz de la luna creciente los iluminaba con una tenue y titilante luz, teñía de una brillante luz blanquecina los pedazos de porcelana que se habían esparcido al caer sobre el parque. Allí estaba, el fruto de años de esfuerzo de aquel viejo juguetero, todas las noches en vela, todos los sacrificios, todo el tiempo y felicidad invertidos, en la construcción de una pequeña muñeca… que ahora era tan solo un juguete roto. Todos sus sueños, toda su ilusión, la poca alegría que había vivido en los últimos años fruto de creer que su esfuerzo servía de algo en un mundo que ignoraba la existencia de un anciano artesano, de un luchador que trabajaba por un oficio perdido…todo por cuanto había luchado, ahora ya no era nada, había malgastado los últimos años de su vida. Por fin se daba cuenta. Cuando observó la carita quebrada de la que había sido su mejor creación… y se daba cuenta de lo mediocre que habría sido la linda muñequita, a pesar de lo grandiosa que él la había creído. Fue en ese momento cuando el viejo juguetero comprendió que de nada había servido su esfuerzo, de nada habría servido de no haber caído desde la estantería la muñequita de los rizos naranjas. Pero ¿Qué otro sentido tenía su vida si el sacrificio y la dedicación no eran una opción válida? la vida no había sido generosa con el, y la suerte le había dado la espalda, todo cuanto era capaz de recordar de su larga y oscura vida no habían sido nada más que fracasos y tropiezos, y nada más podía recordar que no fuese luchar por lograr el éxito.
Su vida había sido un pozo sin fondo, al que se había precipitado tomando impulso, y ahora era demasiado tarde para poner remedio. No sabía disfrutar de la vida, ni tampoco quería hacerlo. Tan solo vivía para la lucha.
El tiempo se detuvo para el juguetero, su barba grisácea y desaliñada, y sus manos marcadas por el duro trabajo, las arrugar de concentración que surcaban sus ojos, y las ropas roídas por los años .todo desapareció, tan solo quedaban los restos de la muñequita caídos en el suelo, y su mirada perdida clavada en ellos. Pero pronto, incluso eso se desvaneció, absorbido por la fuerza de un único pensamiento que accidentalmente había llegado hasta su cabeza aquella noche.
Alzó por fin la vista, para clavarla en la ventana abierta al fondo de la oscura estancia.
Él también era un juguete roto.

Rebeca de Winter.-

miércoles, 15 de junio de 2011

TAMBIÉN.


Salí a la calle y me fijé en la cantidad de gente que hay en el mundo, suena estúpido, ¿verdad? Algunos iban solos, otros acompañados, unos hablaban por teléfono, otros caminaban en silencio, serios, otros sonreían, turistas haciendo fotos... Y pensar que cada una de esas personas tiene una historia, pensar que también aprendió a ir en una bici sin rueditas, que también le gustó una persona y fue incapaz de decírselo, sentirte bien y de repente triste. Pensar que esa persona también dio su primer beso y tuvo su primer amor. Y así millones de personas, cada uno en su mundo, con sus problemas y sus momentos felices. Cada uno con su familia y sus amigos. Con experiencias vividas y las que quedan. Ese día salí de mi pequeña burbuja y me di cuenta de que esta vida no tiene un rumbo, un camino que seguir. Dicen que querer es poder, ¿no? No sé... A veces todo lo veo tan difícil y a veces tan fácil. Y me muero del miedo. Supongo que hay que dejar que todo salga como tenga que salir, sin pensar todo el tiempo en nuestro futuro. Como dicen, tiempo al tiempo.