Él

Un amor olvidado que en realidad nunca dejó de existir.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

SOLA...


Déjame estar sola, solo lo árboles y yo.
¡SOLA! Siempre estoy sola, sea como sea, siempre estoy sola. Pero aun así soy valiente, no hay nada que temer, salvo el propio miedo. Aunque a veces, cuando estoy triste, me imagino que quiero estar muerte, absolutamente inexistente, ausente de aquí, de todas partes, y me pongo a pensar…¿Cómo lo haría? ¿Cómo borraría mi vulgar y solitaria existencia de la tierra?
En fin…siempre hay puentes, el puente de Brooklyn, pero me encanta ese puente, todo se ve hermoso desde su altura y el aire es tan limpio. Al caminar parece tranquilo.
lo a pesar de los tantísimos coches que circulan por la parte de abajo. Así que tendría que ser otro puente, uno feo y sin vistas, salvo que me gustan en especial todos los puentes. Tienen algo, y además, nunca he visto un puente feo.
Entonces me dan ganas de llorar, pero las lágrimas no salen, no brotan porque, desgraciadamente y sin poder evitarlo, tengo miedo. Miedo a que me vean y piensen que soy delicada, débil. Por eso tengo ganas de llorar, por miedo. Pero repito:”No hay nada que temer, salvo el propio miedo.”

Siempre tuya:

                                    Rebeca de Winter

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