Él

Un amor olvidado que en realidad nunca dejó de existir.

martes, 28 de junio de 2011

JUGUETES ROTOS.-

Piensa. Juguetes rotos.
Lo presintió. Eso fue lo primero, el presentimiento, seguido de un fino y a la vez intenso sonido de algo estrellándose contra el suelo. Se levantó tan rápido como pudo, y corrió hacia la siempre cerrada habitación. Dirigió su anciana mano temerosa hacia el pomo de la puerta, temiendo lo que podía encontrar al otro lado. Empujó levemente la puerta, mientras un tenaz escalofrío recorría su espalda…
La luz de la luna creciente los iluminaba con una tenue y titilante luz, teñía de una brillante luz blanquecina los pedazos de porcelana que se habían esparcido al caer sobre el parque. Allí estaba, el fruto de años de esfuerzo de aquel viejo juguetero, todas las noches en vela, todos los sacrificios, todo el tiempo y felicidad invertidos, en la construcción de una pequeña muñeca… que ahora era tan solo un juguete roto. Todos sus sueños, toda su ilusión, la poca alegría que había vivido en los últimos años fruto de creer que su esfuerzo servía de algo en un mundo que ignoraba la existencia de un anciano artesano, de un luchador que trabajaba por un oficio perdido…todo por cuanto había luchado, ahora ya no era nada, había malgastado los últimos años de su vida. Por fin se daba cuenta. Cuando observó la carita quebrada de la que había sido su mejor creación… y se daba cuenta de lo mediocre que habría sido la linda muñequita, a pesar de lo grandiosa que él la había creído. Fue en ese momento cuando el viejo juguetero comprendió que de nada había servido su esfuerzo, de nada habría servido de no haber caído desde la estantería la muñequita de los rizos naranjas. Pero ¿Qué otro sentido tenía su vida si el sacrificio y la dedicación no eran una opción válida? la vida no había sido generosa con el, y la suerte le había dado la espalda, todo cuanto era capaz de recordar de su larga y oscura vida no habían sido nada más que fracasos y tropiezos, y nada más podía recordar que no fuese luchar por lograr el éxito.
Su vida había sido un pozo sin fondo, al que se había precipitado tomando impulso, y ahora era demasiado tarde para poner remedio. No sabía disfrutar de la vida, ni tampoco quería hacerlo. Tan solo vivía para la lucha.
El tiempo se detuvo para el juguetero, su barba grisácea y desaliñada, y sus manos marcadas por el duro trabajo, las arrugar de concentración que surcaban sus ojos, y las ropas roídas por los años .todo desapareció, tan solo quedaban los restos de la muñequita caídos en el suelo, y su mirada perdida clavada en ellos. Pero pronto, incluso eso se desvaneció, absorbido por la fuerza de un único pensamiento que accidentalmente había llegado hasta su cabeza aquella noche.
Alzó por fin la vista, para clavarla en la ventana abierta al fondo de la oscura estancia.
Él también era un juguete roto.

Rebeca de Winter.-

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