Él

Un amor olvidado que en realidad nunca dejó de existir.

sábado, 5 de marzo de 2011

Melancolía.

La gente dice que soy muy melancólica. Que me tomo las cosas muy en serio y que soy demasiado sensible. Que tengo que hacerme fuerte. En fin...Y soy fuerte, lo que pasa es que me gusta sentirme querida, adorada, amada...no lo puedo evitar ¿sabes? Es algo inexplicable. Es mi vicio, mi adicción como para un fumador su cigarro o para un deportista el aire libre...yo necesito ser querida para vivir.
Egocéntrica ¿verdad? Lo sé.
Hay veces que hasta yo misma me sorprendo viendo lo tonta que soy. Por ejemplo, esta misma mañana, sin ir más lejos. Mi mítica taza del desayuno se me ha caído y se ha roto. No he llorado, obiamente, pero...como que me ha dolido¿sabes?
Era mi taza de siempre.
Un sinfin de recuerdos han acudido a mi cabeza...y todo por una puta taza. En fin...demasiado melancólica.
Mi madre siempre tenía que cogerme del brazo y sacarme de casa cuando nos íbamos de viaje. Siempre llegábamos tarde por mi culpa. ¿Qué por qué? Porque me despedía de todos y cada uno de los objetos con los que creía que había pasado un bonito momento.
Estúpido, ¿no crees?
Entonces llega la vida real y parece que no tienes sentimientos. Te haces daño en clase de gimnasia y nada, ni una lágrima. Ahí es cuando creen que eres fuerte, cuando no te ven llorar. ¿Qué tiene de malo llorar? Para mi nada. Es como reír. Sale sin pensar, espontáneo. Cuando ríes o lloras de verdad experimentas una sensación parecida pero a la vez muy diferente. Una sensación sin igual. Yo lo hago muy a menudo. Incluso las dos cosas a la vez, cuando estoy feliz, como esta mañana, aunque siga lamentándome por la pérdida de mi taza de desayuno.
Rebeca de WINTER.

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